De book de fotos de deportista a sesión Boudoir.
En esta sesión de fotografia boudoir en Madrid, esta deportista en un principio había pensado en hacerse un book de fotos de deporte.
Sin embargo, a medida que la sesión avanzaba y se iba sintiendo más cómoda y deshinibida por lo que decidió pasar de una fotografía más lifestyle a una sesión de fotos mas sexy.
Ideas para una sesión de Boudoir
A veces las ideas para una sesión de boudoir pueden venir en el momento más inesperado o de forma improvisada.
Quizás el estar delante de una cámara de fotos puede resultar en un principio abrumadora . Sin embargo con un fotógrafo con la sensibilidad adecuada para saber guiarte en que hacer sin necesidad de posar (puedes ver como no es necesario posar en la sección de dudas) hará que te olvides de la cámara y te centres en ti, en sentirte bien contigo misma. Creando un ambiente de confianza e íntimo que te permita dar rienda suelta a tu imaginación.
Sentirse segura lleva a sentirse guapa, sentirse guapa lleva a la atracción, la atracción a la sensualidad y la sensualidad al lado oscuro ¡al Boudoir!
Maestro Yoda.
Vale si, ¡Me lo he inventado!
Pero pienso que encierra cierta verdad.
Esta sesión es un claro ejemplo de ello. En principio la idea era sacar unas fotos de estudio de estilo deportista. Sin embargo a medida que la sesión avanzaba la chica se sentía cómoda y atractiva, el tono de la sesión fue cambiando de forma natural y progresiva a me siento bien, me siento sexy, y quizás sea este un buen momento para aprovechar y sacarme esas fotos que en el fondo me gustaría también tener.
Quién sabe, quizás se trate también de un juego del subconsciente. La mujer, menospreciada en nuestra sociedad, enseñada desde pequeña a no tener deseos ni libertad sexual (a no ser que sean al servicio de un hombre), quizás tenga su propia forma de revelarse.
Quizás una niña interior quería hacerse una sesión de fotos con lencería o desnudo..pero una niña mucho mayor y «adiestrada» por la cultura machista, le decía, no, solo unas fotos de deporte. Pero en cuanto tuvo oportunidad y se sintió en un ambiente donde no iba a ser juzgada por ello, la niña interior se levanto y reveló contra los prejuicios sociales.
La verdad no lo sé, no soy ni psicólogo, ni mujer, ni experto en la materia, pero si creo que sería un buen tema de debate.
Cualquiera que sea la cultura que haya influido en una mujer, ésta comprende intuitivamente las palabras «mujer» y «salvaje».
Cuando las mujeres oyen esas palabras, despierta y renace en ellas un recuerdo antiquísimo. Es el recuerdo de nuestro absoluto, innegable e irrevocable parentesco con el femenino salvaje, una relación que puede haberse convertido en fantasmagórica como consecuencia del olvido, haber sido enterrada por un exceso de domesticación y proscrita por la cultura circundante, o incluso haberse vuelto ininteligible. Puede que hayamos olvidado los nombres de la Mujer Salvaje, puede que ya no contestemos cuando ella nos llama por los nuestros, pero en lo más hondo de nuestro ser la conocemos, ansiamos acercarnos a ella; sabemos que nos pertenece y que nosotras le pertenecemos.
Pinkola C. (2005), Mujeres que corren con lobos, Zeta bolsillo